Los datos esconden vidas

ISP

En cooperación al desarrollo, en los informes de proyectos, se utilizan a menudo palabras como «persona», «agricultor», «ganadero», «familia», etc. La pregunta es la siguiente, ¿quiénes son esas personas?, obviamos sus nombres y pasan a un grupo colectivo. Sin embargo, cada uno tiene una situación personal y familiar distinta.

Si cada uno es diferente, la siguiente pregunta sería cuestionarnos si estamos asignando de manera correcta los recursos. Por mucho que digamos que en un proyecto de mujeres emprendedoras solo trabajarán aquellas que vivan en una determinada zona y estén desempleadas, pasamos por alto el entorno de cada una de ellas. Normalmente no distará mucho, y aplicaremos otros elementos, como ingresos familiares, para decidir quien puede beneficiarse del proyecto. El problema viene de aspectos personales no incorporados en el proyecto a la hora de seleccionar quien puede trabajar en el proyecto.

Continuemos ahora con la siguiente pregunta que deberíamos plantearnos. Los actores de desarrollo nos centramos en mejorar la situación económica y social de las personas que viven en la pobreza (Objetivo número 1 de los ODS). Para ello, trabajamos sobre datos, ¿tienen realmente la calidad y solidez suficientes como para llegar a erradicar la pobreza? Pensamos que sí, o al menos deseamos ir en la dirección correcta. Y aquí volvemos a la pregunta de ¿qué sabemos de sus vidas?

Pero continuemos, mucha de la información obtenida son generadas por las Oficinas Nacionales de Estadísticas, que con frecuencia se enfocan en el hogar, con estimaciones del número de personas que viven en la casa o el ingreso familiar general. Esto, nos lleva a más preguntas, como por ejemplo, ¿quién está viviendo exactamente en el hogar?, ¿cómo y quién genera ese ingreso?, ¿cómo lo consigue y cómo lo utiliza? Esto es importante, porque normalmente se trabaja con muestras y estos aspectos pueden no reflejarlo.

La agregación de datos tan sensibles y vitales difícilmente es posible, que es una razón por la cual las discusiones sobre políticas de desarrollo a menudo están insuficientemente informadas. Sin embargo, si las personas reales escondidas detrás de nuestros números de beneficiarios u hogares permanecen invisibles, el cambio de desarrollo seguirá siendo lento, y las mujeres y los hombres, los niños y las niñas quedarán atrás.

La realidad es que todo lo comentado tiene difícil solución, es compleja. Lo más acertado para que las personas sean visibles es introducir la diferenciación de género y atender al contexto, de esta manera reducimos preguntas y ampliamos elementos en nuestras acciones. Eso creo.

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