El Aquarius español de 1939

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Foto: Capitán Archibald Dickson

Virginia Linde
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología. Posgrado en Acción Humanitaria

Tras años de desprecio institucional a la legalidad internacional y los principios humanitarios la apertura del puerto de Valencia al Aquarius nos devuelve una cierta esperanza hacia nuestras instituciones. Bajo éste gesto cargado de simbolismo y buenas intenciones – que esperamos suponga un verdadero cambio de rumbo por parte del flamante gobierno socialista que posicione a España a la vanguardia de la defensa del Derecho de Asilo y la Convención de Ginebra, por que en los tiempos que corren no hay nada más revolucionario que cumplir la ley– late el recuerdo y la memoria de un tiempo en el que nosotros éramos los refugiados y luchábamos por abandonar los puertos del Levante en busca de una vida en paz. Muchos han olvidado que en un pasado no tan lejano compartimos la misma suerte de sirios, afganos, palestinos, rohingyas, eritreos o somalíes.

Una de las travesías más peligrosas de los últimos días de la guerra fue la protagonizada por el buque carbonero Stanbrook y el capitán de su tripulación, el joven escocés Archibald Dickson.

El 28 de marzo de 1939, a 100 horas de la rendición de la República 17000 personas hacinadas en el puerto de Alicante aguardan la llegada de los últimos barcos de rescate contratados por el gobierno republicano, que ya en retirada es incapaz de garantizar la evacuación de una población que se consume ante la cercanía de la infantería nacional. La situación es crítica pero la generosidad y el humanitarismo de Archibald Dickson permitirá que miles de refugiados sobrevivan.

El Stanbrook debía recoger un cargamento de naranjas, tabaco y azafrán pero abandonó el puerto de Alicante con 3028 personas – entre los que contaban 147 niños y 15 bebés-un aforo muy superior al de los últimos barcos que consiguieron salir del Levante – por situarnos un poco, el aforo de los últimos rescates del puerto de Valencia estuvo entre 500 y 700 pasajeros-.

La pericia del Capitán y su empeño por rescatar al máximo número de personas permitió al Stanbrook abandonar el puerto escasas horas antes del bombardeo nacional. El carguero con rumbo al puerto de Orán emprende una travesía cargada de complicaciones – a la falta de estabilidad por la sobrecarga hay que añadir la imposibilidad de seguir una ruta fija, pues el mediterráneo no es seguro para un barco de rescate cargado de refugiados españoles-.

Tras 24 horas de travesía el Stanbrook llega al puerto de Orán en la colonia francesa de Argelia. Las autoridades francesas niegan el desembarco y el auxilio pero la población local burla a la gendarmería y con barcas de recreo consigue hacerles llegar víveres y medicamentos. La población del Stanbrook permanece hacinada sin apenas agua y alimentos durante un mes, en un limbo legal por el que ningún gobierno ni institución responde. El Capitán Archibald y su tripulación permanecen en todo momento junto a la población refugiada hasta que tras duras negociaciones consiguen que las mujeres y niños puedan abandonar el barco.

El Domingo de Ramos del 2 de abril de 1939 mil quinientas mujeres con sus hijos abandonan el Stanbrook rumbo a la antigua cárcel de Orán – allí malvivirán durante meses bajo la tutela de las autoridades francesas-. La suerte de los hombres tardará 4 meses más en decidirse, hasta que una epidemia de tifus obliga a las autoridades a desalojar de una vez el barco.

La actitud de las autoridades francesas no puede entenderse sin las intervenciones en el Parlamento del diputado de extrema derecha Albert Sarraut que desde su tribuna brama contra el exilio español reinvidicando que “Francia no necesita una invasión de refugiados”.

La pronta caída de Francia y la instauración del régimen de Vichy decidirá la suerte de los hombres del Stanbrook que en su mayoría serán enviados a los campos de trabajo de construcción del ferrocarril Transahariano- una de las páginas más oscuras del exilio español en el norte de Africa- . Cuatro años después, los supervivientes se incorporarán a las filas de la resistencia francesa bajo el mando de De Gaulle, muchos de ellos formarán parte de la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada de Lecrerc – también llamada “La 9”, la división que abanderó la liberación de París-.

El pasajero 2073 del Stanbrook, el Teniente Amado Granell, tras 3 años de guerra civil y 4 en el campo de trabajo del transahariano será el encargado de liderar el primer convoy de liberación que atraviesa París para comunicar en el Ayuntamiento la caída del ejército alemán.

LEER CARTA DE ARCHIBALD DICKSON, CAPITÁN DEL SS STANBROOK

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