Imaginar el mundo actual sin ayuda humanitaria no es posible

Foto: García Morales | Mujer saharaui en los campamentos de refugiados de Tindouf.©

el DiarioSolidario

El mundo celebra hoy el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria con el tema #NoSonUnObjetivo (#NotATarget en inglés) con el fin de llamar la atención de millones de civiles afectados por conflictos armados en todo el mundo. Un día, sin duda, más que necesario ante el incremento de muertes, secuestros y ataques al personal humanitario.

Actualmente vivimos un momento en el que parece que se quiere presentar ante la sociedad al personal humanitario y su trabajo como delincuentes. Sin embargo, si elegimos tan solo un ejemplo, la violencia de género, veremos la importancia que la ayuda humanitaria tiene, dejando en mal lugar a quienes se esfuerzan por deslegitimarla. No hay nadie que ponga en duda que en caso de conflicto y desastre, ocurren gran cantidad de casos de abusos a niñas, mujeres y, también a hombres.

Los datos nos dicen que una de cada cinco refugiadas y desplazadas internas experimenta violencia sexual. Además, la combinación entre situaciones de emergencias y prácticas como el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y la trata de personas conllevan, sin duda alguna, a muertes, daños psicológicos durante toda su vida, sociedades que tardarán aún más tiempo para recuperarse, y, obviamente, vulneración de los derechos humanos de las personas.

Las niñas y las mujeres también sufren y corren más riesgos debido a los desastres naturales. El impacto del cambio climático provoca una exposición sorda de las niñas y mujeres del que no se suele hablar fuera del ámbito humanitario pero sobre el que sí se trabaja. Tras las catástrofes provocadas por la naturaleza, son ellas quienes quedan aún más expuestas al llevar el cuidado del hogar. Ahora tendrán que recorrer distancias más largas en busca de agua, alimentos o combustibles, aumentando las posibilidades de sufrir abusos (en muchos casos diarios).

Cabe preguntarse qué sería de las niñas y mujeres más vulnerables sin el trabajo de la ayuda humanitaria. La pregunta de quién se ocuparía de ellas invita a la reflexión porque es ahí cuando nos quedamos sin actores que intervengan. Se podría pensar que serían los países y organismos internacionales quienes se ocupasen, pero esta situación no es real por la disparidad de intereses propios y posicionamientos estratégicos que toman ante los conflictos o políticas de medio ambiente, de económica, de refugiados, etc.

En ningún caso, debe pensarse que los profesionales humanitarios y las organizaciones no son críticas con su trabajo. Quien sostenga lo contrario, poco o nada conoce del trabajo y de lo que se habla a nivel nacional e internacional en el sector. Hay mucho camino por recorrer y es cuestión de trabajar y evaluar lo realizado, así como de continuar empoderando a las comunidades y personas.

El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria no busca ponerse medallas, sino es un llamamiento más en favor de los millones de personas que son víctimas de un mundo desigual e injusto.


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