420 millones de niños y niñas viven en zonas de conflicto

El informe "No a la guerra contra la infancia" de Save the Children revela que hay cinco niños asesinados por cada soldado muerto en combate

No a la guerra contra la infancia
Saleh tiene 12 años y es de Taiz, Yemen. En el verano de 2015, un misil entró por la ventana de su habitación, impactando directamente en su cama. Saleh sufrió graves quemaduras y estuvo ingresado en el hospital de Sana’a durante un año y medio. A día de hoy le cuesta ponerse de pie y caminar. | Save the Children

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Save the Children ha presentado el informe: «No a la guerra contra la infancia». La investigación recoge que aproximadamente 420 millones de menores viven en zonas de guerra; 30 millones más que en 2016. La cifra es equivalente a uno de cada cinco niños, la más alta de los últimos 20 años.

142 millones de pequeños viven en las denominadas “zonas de guerra de alta intensidad”, países donde los enfrentamientos provocan más de mil muertes al año. Los 10 países en los que la infancia ha sido más castigada son Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Irak, Mali, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Siria y, por último, Yemen. Al menos 870.000 personas han muerto entre 2013 y 2017 por las consecuencias indirectas de la guerra, como la desnutrición, las enfermedades o la falta de agua, saneamiento y atención sanitaria. De esta cifra global, 550.000 eran niños y niñas menores de cinco años.

175.000 soldados murieron en los conflictos en el mismo periodo, frente al más de medio millón de infantes asesinados. Las cifras ponen de relieve que la población civil y, en especial los niños, se ha convertido en un blanco.

Guerra contra la infancia

“Se trata de una auténtica guerra contra la infancia: en los conflictos actuales hay cinco niños asesinados por cada soldado muerto en combate. Exigimos a los líderes mundiales que dejen de mirar para otro lado y que tomen medidas contra aquellos grupos armados, fuerzas militares y Estados que incumplen las leyes y tratados internacionales que les obligan a proteger a la infancia en situaciones de conflicto”, señala la directora general de Save the Children, Andrés Conde.

El número de violaciones graves en conflictos armados, constatadas y denunciadas por Naciones Unidas, se ha triplicado desde el año 2010 llegando a la cifra más alta de la historia: 25.000 solo en 2017.

El informe también pone el foco en lo que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas denomina: «las seis violaciones graves” de los derechos de la infancia en países en guerra. El asesinato y la mutilación; el reclutamiento y la utilización de los niños como soldados; la violencia física y sexual; el secuestro; los ataques a centros educativos y hospitales y la denegación de acceso a la asistencia humanitaria.

Hambruna en Yemen

En España, la organización ha puesto en marcha la campaña #NoALaGuerraContraLaInfancia para pedirle al Gobierno que suspenda de manera inmediata las transferencias de armas a países en guerra. “Es muy probable que esas armas y equipos militares, que desde España vendemos a las partes implicadas en un conflicto, sean utilizados en ataques deliberados contra la infancia”, afirma Conde.

La infancia sufre las consecuencias de la guerra de múltiples maneras. Solo en Yemen más de 85.000 niños han muerto de hambre desde que se intensificó el conflicto hace cuatro años, en gran medida por el bloqueo de la ayuda humanitaria que han realizado las partes implicadas. “Las violaciones graves en Yemen están provocando una situación insostenible. Calculamos que en el país hay 24 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria, una cifra que no para de crecer”, explica la directora de Comunicación e Incidencia Política de Save the Children en Yemen, Sylvia Ghaly.

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Violencia contra las niñas

La violencia física y sexual, especialmente contra las niñas, es otra de las violaciones graves que más afectan a la infancia. Uno de los testimonios que recoge «No a la guerra contra la infancia» es el de Masika, una adolescente de 15 años y de la República Democrática del Congo. Cuando murió su padre, ella y sus hermanos fueron incapaces de man­tenerse por sí mismos. Por lo que Masika dejó de ir al colegio y se unió a las filas de un grupo armado.

“Creí que era la única opción que tenía para sobrevivir”, cuenta. “Cuando llegué los soldados no paraban de pedirme que me acostara con ellos. No me quedó otra opción que rendirme”, recuerda. Al final, Masika logró escapar junto a otras dos niñas y regresó a casa. Ahora vive con su tío y ha vuelto a es­tudiar.

“Pedimos a la comunidad internacional que tenga tolerancia cero ante estas violaciones y que actúe contra los perpetradores”, añade Andrés Conde. La organización subraya la importancia de mantener las escuelas como espacios seguros para la infancia durante un conflicto, como fórmula para garantizar el derecho a la educación y la seguridad de los menores.

Del mismo modo, Save the Children aporta en el estudio más de 20 recomendaciones para los Estados, instituciones internacionales y otras fuerzas de poder, para asegurar que los niños y las niñas estén protegidos durante una guerra. Las peticiones van desde la firma de la Declaración de Escuelas Seguras hasta el establecimiento de los 18 años como edad mínima para el reclutamiento militar, pasando por la prohibición del uso de armas explosivas en áreas pobladas o el endurecimiento de las condiciones para la venta de armas.

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