Violencia y ataques violentos contra trabajadores humanitarios en 2020

Violencia, RDC, MSF
República Democrática del Congo 2020 © MSF | Avra Fialas

el DiarioSolidario

108 asesinatos, 242 heridos graves y 125 secuestros son el resultado de 276 ataques violentos contra trabajadores humanitarios en 2020, igualando el número récord de acciones violentas del 2019. El número de personas víctimas de la violencia bajó ligeramente de 481 a 475.

El elevado número de ataques continuó a pesar de las restricciones a las operaciones relacionadas con Covid-19. Sin embargo, las limitaciones de viaje y movimiento para el personal internacional pueden explicar en parte por qué la proporción de víctimas de trabajadores humanitarios nacionales en 2020 fue aún más alta de lo habitual (95%). Las víctimas mortales en general continuaron con la tendencia a la baja desde un punto alto en 2017.

Los ataques se produjeron en 41 países. Principalmente en Sudán del Sur, Siria y la RDC. Otros contextos de altos incidentes fueron la República Centroafricana y Malí, donde los incidentes se duplicaron con creces desde 2018.

El año pasado también marcó la primera ocasión desde el inicio del conflicto de 20 años que Afganistán no fue uno de los cinco contextos más violentos para los trabajadores humanitarios. Sin embargo, los expertos lo califican como una evolución efímera, ya que en los primeros seis meses de 2021 volvieron a aumentar debido a que los talibanes recuperan más territorio a medida que las tropas estadounidenses se retiran.

Sudán del Sur y tipos de violencia

Sudán del Sur experimentó un aumento de nuevos ataques tras un breve descenso en 2019, a pesar del fin formal de su guerra civil en septiembre de 2018. A medida que las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU se retiraban y entregaban las competencias correspondientes a las autoridades gubernamentales, se producía un aumento de las tensiones intergrupales, el robo de ganado de forma violenta y por grupos militarizados, y la proliferación de bandas juveniles impulsaron el aumento de los incidentes.

Los disparos como medio de violencia aumentaron drásticamente, y los ataques que se produjeron fuera de las zonas de conflicto originales hablan de una creciente atmósfera de anarquía. Así como la propagación de la delincuencia violenta oportunista, alimentada por la abundancia de armas de fuego.

Por último, aunque no al mismo nivel que estos otros contextos violentos, el aumento de los ataques contra los trabajadores humanitarios en Tigray (Etiopía) durante 2020 presagió una ola de violencia que se ha agravado aún más en 2021. Incluida la reciente emboscada y asesinato de tres miembros del personal de una ONG internacional donde falleció la española María Hernández, coordinadora de emergencia de Médicos Sin Fronteras en Tigray, Etiopía, y sus compañeros, Yohannes Halefom, asistente de coordinación, y Tedros Gebremariam Gebremichael, conductor de la ONG.

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Motivación detrás de los ataques

En muchos entornos operativos inseguros, la delincuencia económica (en contraposición a los ataques de los actores del conflicto o los daños colaterales) representa un tercio o más de los incidentes graves contra los trabajadores humanitarios y a menudo implica niveles de violencia desproporcionadamente altos. Los datos de la Aid Worker Security Database, AWSD, muestran que este tipo de ataques ha aumentado en los últimos años.

Analizar los riesgos de la delincuencia, en particular de la organizada, suele ser más difícil para las organizaciones de ayuda. Sus enfoques de divulgación y acceso negociado que a veces pueden funcionar con los actores armados, no se aplican tan fácilmente a los grupos delictivos. En consecuencia, muchas organizaciones carecen de las competencias y las herramientas estratégicas necesarias para mitigar eficazmente el riesgo de la delincuencia violenta.

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