La exclusión social en la tierra del progreso

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El número de personas en exclusión social en el País Vasco asciende a 334.000 personas, el 15,2%, según el informe “II Informe FOESSA Euskadi” de Cáritas | Poison_Ivy

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Roberto Gómez Prol: Licenciado en Periodismo. Máster en Comunicación Corporativa. Redactor y community manager. Voluntario en diferentes proyectos sociales, banca ética y culturales. “Nuestras decisiones individuales dan forma al mundo”.


En el pensamiento colectivo, Euskadi permanece entre las mejores comunidades autónomas para vivir y desarrollar su proyecto de vida, gracias a un sistema económico diversificado, buena educación, y servicios sanitarios, entre otros indicadores. En ocasiones, la realidad nos asalta y nos muestra una situación que no percibimos en nuestro día a día; un panorama no tan positivo: El número de personas en exclusión social en el País Vasco asciende a 334.000 personas, el 15,2% de la población total. 194.000 vascos y vascas la sufren de forma severa, según el “II Informe FOESSA Euskadi”, presentado recientemente por Cáritas.

Aunque habrá lectores que observen otro escenario en estas cifras: el 85% personas en el País Vasco se encuentra en el espacio de integración social. Además de corresponder a una de las cifras de exclusión social más bajas del estado situándose en cuarto lugar, sólo “superadas” por La Rioja, Cantabria y Asturias. Comunidades con un índice poblacional menor.

Una sociedad, y más como la vasca, no puede estar satisfecha cuando es considerada como desigual: la población en exclusión está cada vez más alejada del conjunto de la población y los niveles de dificultad de los hogares, son cada vez mayores. En qué se traduce estas dos frases: en datos, fríos, y preocupantes. En Euskadi 90.000 personas forman parte de la sociedad expulsada. Supervivientes del día a día; ciudadanos que han padecido la exclusión más dura durante la llamada “recuperación económica”. Un colectivo tan vulnerable al que los mecanismos de protección no acaban de llegar o no son suficientes.

La exclusión social y trabajo son cada vez más compatibles

Del mismo modo, a un paso por encima del abismo, conviven 360.000 vascas y vascos. Un 16,4%, por encima de la media del estado. Ciudadanos con un colchón de resistencia, catalogado por Cáritas, como débil. Una posible crisis financiera de la que tanto se empieza a hablar, haría temblar los cimientos de su frágil forma de vida.

El entorno y las posibilidades laborales, que deberían de ser consideradas como la herramienta principal para poder cimentar un mejor futuro, y abandonar la exclusión, ya no son los garantes de dicho progreso. 100.000 vascas y vascos no pueden escapar de su situación de dificultad pese a contar con un empleo. Un reflejo de la precarización y condiciones laborales que padece no sólo Euskadi, sino las denominadas sociedades desarrolladas.

En la comunidad, el desempleo afecta al 14,5% de la población; un 11,4% de los ciudadanos que trabajan, están excluidos. Asimismo, el 48% de los sustentadores principales que están en el espacio de la exclusión social están trabajando. Un colectivo donde predominan las mujeres, y el grupo mayoritario oscilaría entre los 45 y los 64 años. El mayor riesgo de exclusión lo padecen los menores de 30 años e inmigrante de fuera de la Unión Europea. También las familias numerosas o monoparentales. El mensaje es claro: “la exclusión social y trabajo son cada vez más compatibles”, remarca el informe.

Vivienda: generador de dificultades

La vivienda, ese ancestral derecho al que supuestamente nos beneficiamos y acogemos todos por ley, ocupa, en Euskadi, el primer lugar como generador de dificultades en la sociedad con un 22% de la población condicionada. Una radiografía compuesta por 50.000 domicilios catalogados como insalubres; 25.000 viviendas con hacinamiento y 233.000 personas no pueden cubrir los gastos excesivos de su residencia – tres veces más que en el anterior informe de 2013-.

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La exclusión por salud tiene una prevalencia mayor en Euskadi que en España, con un incremento del 30% con respecto al trabajo anterior-. La compra de medicinas, en una sociedad cada vez más envejecida, ha dejado de realizarse en 69.000 hogares vascos por falta de capacidad económica. En 62.000, todos los miembros que conviven sufren discapacidad o enfermedades diversas. Por último, 26.000 cuentan con algún dependiente a su cargo, que no recibe ayuda.

“En cinco años el efecto combinado de un mayor índice de envejecimiento y de una mayor tasa de dependencia están siendo determinantes. Hay un porcentaje comparado mayor que en el Estado de personas que teniendo una limitación grave para la realización de las actividades de la vida diaria no reciben ningún tipo de ayuda necesitándola”, resalta el informe.

Cohesión como sociedad

La ciudadanía vasca, en un 75,3%, afirma que hay que destinar más recursos a los Servicios Sociales. Un 75,6% pagaría más impuestos por contar con prestaciones y servicios sociales. El pago de mayores tasas es sin duda un buen camino hacia la construcción de una sociedad más igualitaria, que no deje a nadie atrás, pero la cimentación de una sociedad más cohesionada debe ser el punto de partida. Cáritas así lo refleja en su reflexión final:

“Vivimos en una sociedad desvinculada, en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de los que se quedan atrás, y por ello necesitamos revincularnos, y la construcción de comunidad tendrá un papel esencial”.

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