KURMI, artesanías con alma en el lago Titicaca

Fundación CODESPA

Los aimara son un pueblo de América del Sur. Su población se encuentra en países como Bolivia o Perú, entre otros. Su cultura ancestral y su lengua enriquecen los países donde se encuentran. Y de ahí viene KURMI, una palabra con un significado especial para mujeres artesanas como Rosa, arcoíris.

Rosa es de la isla del Sol que se encuentra en el lago Titicaca. Para ella, como para cientos de mujeres, las artesanías son su única fuente de ingresos. En un lugar donde el 73% de la población vive en situación de pobreza, terminar los estudios no es fácil. “Entré a la escuela, pero no terminé. No he terminado”.

Esta situación se hace mucho más compleja entre las niñas. Todos los años miles de niñas abandonan sus estudios para poder ayudar a los padres en el hogar y en sus pequeñas cosechas. Muchas de ellas aprenden a tejer, una cultura que ha ido pasando de madres a hijas y que en ocasiones son su única fuente de ingresos, para su futuro.

Sin embargo, este trabajo no les permite salir de la pobreza. No conocen cómo calcular los costes y al precio que deben vender; comercializar sus productos no es sencillo por las distancias. Deben encontrar una fuente de ingresos estable, dar a conocer sus productos y venderlos más allá de sus pequeñas comunidades.

Las 700 artesanas del lago Titicaca

Rosa, al igual que otras 700 mujeres, forman parte de una iniciativa que impulsa CODESPA. Estas mujeres se dividen entre Perú y Bolivia, dos contextos y situaciones muy diferentes.

Aquellas que se encuentran en Bolivia han creado la marca KURMI. Bajo ella están aprendiendo a tejer nuevos productos, incluyendo sus tradiciones y cultura en los diseños. Conocen conceptos importantes que les permiten mantener una calidad en los diseños y obtienen un título con lo aprendido.

“Hemos vendido las manillas, las cintas… Todos los productos que hemos hecho los hemos vendido. Primero hemos sacada a la Paz a vender y ahora aquí también hemos una feria los domingos. Los productos que hemos hecho los hemos vendido. Y ahora tenemos pedidos con la empresa AYNI”

También se están formando en temas administrativos. Aprenden a calcular sus costes, para saber a qué precio tienen que vender y así obtener unos ingresos por su trabajo.

Y por último, están diversificando las artesanías que tejen. Diseñan productos que pueden vender a los turistas que llegan y a AYNI, una empresa que a través de acuerdos comerciales justos, comprarán sus productos.

Ella es una de 700 mujeres. Mujeres que pasarán sus conocimientos unas a otras. Una formación que se viralizara por las comunidades, para que algún día, KURMI pueda estar en cualquier tienda del país. Y quién sabe, a lo mejor la encontremos en una tienda de España también.

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