Ana López García: licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración. Máster en Desarrollo Sostenible y Economía Social y Solidaria, cuenta con experiencia internacional en temas de ecología y desarrollo en tres continentes diferentes.
El 19 de agosto es el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. En esta fecha designada por la Asamblea de Naciones Unidas se rinde homenaje a todas las personas que trabajan en el ámbito de la ayuda humanitaria y se pretende alentar públicamente a los Estados de la necesidad de poner fin a los conflictos armados existentes.
Como es sabido, los cooperantes trabajan desde hace décadas en temas tan diversos como la reducción de la pobreza, mejora de servicios básicos como la educación o la sanidad, el empoderamiento de la mujer o la asistencia urgente en catástrofes, etc.
Si tenemos en cuenta los Objetivos de Naciones Unidas para el desarrollo podemos afirmar que gracias en gran parte a la labor humanitaria se han conseguido mejorar la vida de miles de millones en todo el mundo. Desde 1990 se ha reducido a la mitad tanto el número de personas que viven en situación de extrema pobreza como las personas malnutridas, se ha aumentado el número de niños y niñas escolarizadas, se ha reducido a la mitad las tasas de mortalidad infantil y más de 2600 millones de personas han conseguido obtener acceso a agua potable y todo ello no hubiese sido posible sin el esfuerzo de los cooperantes .
Y es que los trabajadores humanitarios son aquellos que recorren en 4×4 cientos de kilómetros por caminos de tierra roja embarrados, llenos de baches, con animales cruzando la vía, para poder llegar a los pueblos más reculados en medio de bosques tropicales dónde solo algunas ONG consiguen desplazarse para poder potenciar la educación.
Son aquellos que viven en aldeas dónde el tiempo parece que se paró hace siglos y se siguen manteniendo costumbres ancestrales siendo él, como extranjero, la mayor atracción para poder aconsejar a la población sobre los mejores cultivos o actividades generadoras de ingresos. Son aquellos que ven el sufrimiento diario de los que no tienen nada material pero un corazón lleno y que dan su mayor sonrisa a ese extraño que deja todo para venir a su tierra a ayudarles. Son aquellos que viven en un país ajeno a miles de kilómetros de sus familias y amigos para ayudar a la población de un Estado en guerra, poniendo su vida a la merced de la fortuna o la voluntad de las partes enfrentadas en el conflicto.
Y es que los trabajadores humanitarios se enfrentan cada vez más con numerosos retos. En 2017, más de 300 trabajadores humanitarios sufrieron algún tipo de violencia (incluyendo secuestros, personas heridas y asesinadas) dentro de sus funciones, falleciendo 139 de entre ellos. Las cifras han aumentado exponencialmente desde que se empezaron a contabilizar los datos por Humanitarian Outcomes. En 1997, la cifra total de víctimas contabilizadas por violencia fue de 73.
El aumento de la violencia ha sido tal que se está llevando a cabo una campaña a nivel internacional con el nombre campaña #NoSonUnObjetivo (#NotATarget en inglés) para concienciar a los Estados y a todos los actores implicados en conflictos armados que cesen la violencia contra la población civil y contra los trabajadores humanitarios ya que no se está respetando el derecho internacional humanitario.
Pero además en Europa se está criminalizando a aquellas personas que ayudan a los migrantes. En Francia , el agricultor Cédric Herrou fue condenado por ayudar a migrantes a cruzar la frontera. Afortunadamente, el Consejo Constitucional francés aclaró que este delito de solidaridad, como así se conoce en nuestro país vecino, no primaba sobre el principio de fraternidad , uno de los tres valores indiscutibles de la República francesa. Lo mismo ocurrió con el barco de la ONG Proactiva Open Arms quién la justicia italiana inmovilizó en Sicilia y posteriormente liberó.
En este día pues es importante defender la labor que los trabajadores humanitarios realizan para superar los nuevos retos a los que la población mundial se enfrenta: cambio climático, conflictos internacionales, aumento de las desigualdades para que los gobiernos y los demás actores respeten el trabajo que realizan los cooperantes y estos puedan seguir ayudando a quienes lo necesiten en cualquier rincón del planeta.
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