Activistas reclaman el cese de nuevas áreas protegidas que excluyan a las comunidades indígenas

Comunidades indígenas
Khadias expulsados de su tierra después de que se convirtiera en una reserva de tigres. Vivieron durante meses bajo lonas de plástico. © Survival International

el DiarioSolidario

Numerosos activistas, profesionales y expertos indígenas han firmado el “Manifiesto de Marsella: un documento popular por el futuro de la conservación de la naturaleza”. Participantes del primer congreso mundial para descolonizar la conservación de la naturaleza, “Nuestra tierra, nuestra naturaleza”, han publicado la petición donde reclaman la suspensión total de nuevas áreas protegidas que excluyan a las comunidades indígenas y otras comunidades locales.

En el acuerdo exigen que los gobiernos “deben respetar, proteger y defender plenamente los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras y bosques, respetar el uso consuetudinario colectivo de las tierras y bosques por parte de las comunidades locales. Así como garantizar la protección de esa tierra de acuerdo con sus deseos; este debería ser el medio principal de proteger la biodiversidad en todo el mundo”.

Asimismo, añaden, “los gobiernos y las organizaciones conservacionistas deben reconocer el enorme costo que las áreas de conservación estrictamente protegidas han supuesto para las tierras, los medios de vida y los derechos de muchas comunidades en todo el mundo; deben elaborar planes concretos para reparar los agravios pasados, incluso devolviendo el control a los guardianes históricos y locales”.

Por último, “los países de renta alta deben proporcionar recursos financieros para que se produzcan estos cambios, y deben dejar de financiar programas de conservación de la naturaleza que destruyen a las poblaciones locales y sus medios de vida, incluso por fallos del CLPI, independientemente de si ello es intencionado o no”.

Transformación del modelo de conservación

El manifiesto reclama “un modelo de conservación que luche contra las causas de la destrucción ambiental: el consumo excesivo y la explotación de recursos liderados por el Norte Global y sus corporaciones”.

La demanda de una transformación del modelo de conservación viene impulsado por diferentes agentes. El Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y Medioambiente publicó un informe de políticas en agosto, donde argumenta que el logro de los objetivos ambientales “exige un cambio drástico de la ‘conservación de siempre’”. Su trabajo aboga en su lugar por un enfoque radicalmente diferente, uno basado en los derechos.

“Sin embargo, muchas organizaciones e instituciones afirman respaldar estos llamamientos al mismo tiempo que promueven proyectos agresivos de “conservación fortaleza”. La Comisión Europea, por ejemplo, habla en su Estrategia de Biodiversidad de “fortalecer los vínculos entre la protección de la biodiversidad y los derechos humanos … y el papel de los pueblos indígenas y las comunidades locales”, pero continúa financiando proyectos de conservación en el continente africano que los excluye”, denuncia Survival.

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Asimismo, 150 ONG publicaron recientemente una carta abierta en la que pedían a los líderes mundiales que colocaran los derechos humanos en el centro de la política medioambiental. Un documento que incluía a WWF, “cuya guerra secreta de financiación de «fuerzas paramilitares atroces” es objeto de múltiples denuncias en los medios e investigaciones de vulneración de derechos humanos” denuncia la organización.

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