el DiarioSolidario
La deforestación en la Amazonía alcanzó los 11.088 km², entre agosto de 2019 y julio de 2020, según datos del Programa de Cálculo de Deforestación de la Amazonia, PRODES. Las cifras indican la pérdida de 626 millones de árboles, un aumento del 9.5%, la tasa más alta desde 2008. Para poder visualizar la situación, el área talada o quemada, equivale a 1.58 millones de campos de fútbol. ¡4.340 estadios por día, o tres por minuto! El estado de Pará ha sido el más afectado, seguido de Mato Grosso, Amazonas y Rondônia.
“Perdimos un área 7,29 veces el tamaño de la ciudad de São Paulo, una cifra que representa 626 millones de árboles cortados, es decir, tres árboles por cada brasileño. La respuesta del gobierno federal ha sido militarizar cada vez más la protección ambiental y trabajar para frenar la acción de la sociedad civil, dañando nuestra democracia”, portavoz en Greenpeace Brasil, Cristiane Mazzetti.
El desmantelamiento de organismos oficiales de control como el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, Ibama, y el Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad, ICMBio, además de las políticas anti-ambientales han llevado a Brasil a una tasa casi tres veces superior a la meta de reducción de la deforestación que determina la ley de 2020, según la Política Nacional de Cambio Climático (PNMC). Aprobada en 2009, tenía como objetivo reducir la tasa de deforestación anual en la Amazonía en un 80% (en relación al promedio entre 1996 y 2005), equivalente a 3.925 km².
Reducción de recursos
Pese a la situación, las agencias ambientales podrían sufrir un nuevo recorte presupuestario, hasta del 35% para 2021, si prospera la propuesta del gobierno de Bolsonaro en el Congreso Nacional. “Este es un escenario inaceptable y va en contra de lo que quiere la ciudadanía brasileña, como lo muestra una encuesta reciente de Datafolha, encargada por Greenpeace, que revela que el 87% de ella da la máxima puntuación a la importancia de preservar la Amazonía y el 92% cree que es posible desarrollarse sin deforestar el bosque”, asegura la organización en defensa del medioambiente.
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La defensa y supervivencia de la Amazonia es fundamental para regular el sistema climático global y para la distribución de las lluvias en otras regiones. Ante la importancia de mantenerla con “vida”, la ONG pide al ejecutivo brasileño medidas para revertir la situación: reanudación del plan articulado para combatir la deforestación, creación e implementación de áreas protegidas (conservación y tierras indígenas) para garantizar la protección de los bosques y luchar contra el acaparamiento de tierras. Así como, el fortalecimiento y asignación de recursos.
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